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lunes, 21 de noviembre de 2011

Las estrellas se hacen oír.

     Es esta entrada os hablaré de como veis, el sonido que producen los diferentes cuerpos del espacio.


     La correspondencia entre la música y la ciencia se conoce desde hace mucho tiempo. Probablemente, hacia el siglo VI a.C., en Mesopotamia ya advirtieran las relaciones numéricas entre longitudes de cuerdas. Pero fue en la Grecia antigua cuando se trazaron las diferentes escaleras armónicas basadas en las proporciones numéricas. Para los pitagóricos el Universo era armonía y número. Las notas musicales se correspondían con los cuerpos celestes. Los planetas emitían tonos según las proporciones aritméticas de sus órbitas alrededor de la Tierra. Y los sonidos de cada esfera se combinaban produciendo una sincronía sonora.


     Esta armonía celestial fue descrita por muchos pensadores como Platón, quién relato varios libros en los que se decían cosas como:"Encima de cada uno de los círculos iba una Sirena que daba también vueltas y lanzaba una voz siempre del mismo tono; y de todas las voces, que eran ocho, se formaba un acorde", describiendo las órbitas de los planetas. También Cicerón, que explica el sonido: "Es el sonido que se produce por el impulso y movimiento de las órbitas, compuesto de intervalos desiguales, pero armonizados. Porque tan grandes movimientos no podrían causarse con silencio, y hace la naturaleza que los extremos suenen, unos, graves, y otros, agudos".


     La tradición que consideraba al Universo como un gran instrumento musical se prolongará durante la Edad Media y hasta el siglo XVII. El astrónomo alemán Johannes Kepler,  ilustra en su libro, el orden del Universo según los sonidos producidos por las velocidades angulares de cada planeta, ya cuanto más rápido era el movimiento, más agudo era el sonido que emitía.


   Al igual que los planetas, las estrellas no emiten melodías armoniosas, pero sí que están sometidas a perturbaciones que provocan una respuesta en forma de ondas. No podemos escuchar el sonido emitido por una estrella ni un planeta, ya que las ondas de sonido necesitan un medio por el que propagarse y el Universo está prácticamente vacío, aunque podemos observar cómo vibra.


    En resumen como dijo Kepler: "el movimiento celeste no es otra cosa que una continua canción de varias voces, para ser percibida por el intelecto, no por el oído; una música que, a través de sus discordantes tensiones, a través de sus síncopas y cadencias, progresa hacia cierta predesignada cadencia para seis voces y, mientras tanto, deja sus marcas en el inmensurable flujo del tiempo".

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